Cuando ella se cruzaba en su camino, él sentía su corazón latir más rápido. No era como en las películas, sino que se trataba de una sensación mucho más real, podía sentir cómo los latidos se desbocaban en su pecho. Pero, lejos de incomodarle, estas sacudidas hacían que se sintiera más vivo que nunca. Como si algo que le insuflase aliento se activara dentro suyo cada vez que la veía andar entre las mesas de la oficina, tomarse un café en la cantina o esperar pacientemente que se abrieran las puertas del ascensor.
Aunque, a la vez, cuanto más cerca estaba de ella más le parecía fuera de su alcance. Su risa, sus pasos al caminar, sus respuestas ingeniosas a las preguntas más comprometidas, su seguridad al afrontar los retos del trabajo, sus brillantes propuestas y el aroma que dejaba su pelo en el aire. Por eso, cada vez que la veía, y cuando no era en la oficina la contemplaba en sueños, pensaba en cómo hacerle saber todo lo que ella provocaba en él.
Tras noches de insomnio y días de desespero, viendo que las palabras huían de su boca al intentar hablar con ella, decidió enviarle un mensaje en el lenguaje más internacional de todos, el de las flores. Sin embargo, no quería optar por el tradicional ramo de rosas, no eran lo suficientemente originales como para sorprenderla. Por esta razón, fue a una floristería a pedir consejo para encontrar las flores de amor perfectas que estuvieran a la altura de esa chica única.
Al llegar a la tienda, empezó a observar distintas flores y, al verlo tan perdido, la florista le preguntó para quién sería el ramo. Al contarle él toda su historia de amor silencioso, la dueña de la floristería contestó: “no te preocupes, encontraremos las flores que la harán sentir tan especial como es”. Y, sin más preámbulos, la florista le propuso al chico las siguientes opciones:
Claveles
Al sugerirle esta flor para declarar sus sentimientos, la florista le contó brevemente el cuento del mago que convirtió a una doncella en clavel para salvarla de un malvado cocinero que quería matarla. Ya convertida en flor, el mago se la llevó en el bolsillo para ir a ver al rey a pedirle que condenara al cocinero. Por eso, cuando dos personas van a una cita a ciegas sin conocerse se colocan un clavel en el bolsillo, para poder reconocerse entre la multitud. “Un buen motivo para escogerlos, ¿no?”, dijo la florista.
Orquídeas
Al hablarle de las orquídeas, la florista mencionó que estas representan la perfección, la delicadeza y la seducción. Él pensó entonces que, en realidad, las pequeñas imperfecciones de ella eran las que lo habían enamorado. Como la manchita cerca del oído izquierdo, la manía de morderse las uñas o su gusto por decir tacos en las situaciones tensas. Y era gracias a todos estos pequeños detalles imperfectos que él la veía perfecta.
RanúnculoS
“Si existe una flor tan bella como original, esa es, sin duda, el ranúnculo”, exclamó la florista mostrándole un ramo. Y el coincidió en que sus pétalos en forma concéntrica producían un efecto hipnótico y magnético, una sensación parecida a la que se apoderaba de su cuerpo cada vez que la veía canturrear por los pasillos. Tocó una de las flores y el vello de sus brazos se erizó como si en realidad estuviera acariciando el cuello de su amada.
Begonias
Al pasar al lado de una maceta con begonias, la florista se detuvo de inmediato y le contó porqué se las llama “flores de la libertad”. Contaba la leyenda que muchos años atrás reinaba en China una emperatriz que quería ver siempre sus deseos cumplidos al instante, incluyendo que las flores se abrieran cuando ella lo ordenaba. Todas las flores se veían obligadas a desplegar sus pétalos, aunque no estuvieran preparadas para ello, pero las begonias se rebelaron contra la emperatriz y decidieron no abrirse a petición suya. Por este motivo, fueron desterradas del reino, pero mantuvieron sus convicciones, razón por la que se las considera las flores de la libertad. “Así es exactamente su carácter, ella nunca se rinde ante las injusticias y defiende sus ideales”, pensó él para sus adentros.
Tulipanes
“¿Qué te parecen los tulipanes?”, preguntó la florista como última opción. Para a continuación contarle que el origen de estas hermosas flores está en Turquía, aunque actualmente sea Holanda su máximo productor. De hecho, el nombre “tulipán” deriva de la palabra usada por los soldados turcos para llamar a su turbante, dada la similitud entre el mismo y este tipo de flor. El chico pensó en aquel instante que él viajaría con ella a Turquía, a Holanda y hasta el fin del mundo si fuera necesario. “Yo te recomiendo los tulipanes rosas ya que expresarán tus sentimientos con delicadeza, sin ser tan atrevidos como los de color rojo”, sentenció la florista con una sonrisa.
Después de darle algunas vueltas, el chico salió de la floristería con un precioso ramo de flores de amor en sus manos. Al día siguiente, al llegar a la oficina, lo colocó en un jarrón en el escritorio de ella con una nota firmada. Ella, que era una persona directa y clara se dirigió a él nada más ver el ramo y le dijo:
“Al primer vistazo ya he sabido que esas flores eran tuyas, nunca me regalarías el clásico ramo de rosas. No voy a decirte que estoy enamorada de ti, porque eso sería como en un cuento de hadas y esto es la vida real. Pero, si quieres, me gustaría conocerte mejor, solo nos vemos en la oficina y tengo el presentimiento de que eres alguien que merece la pena conocer un poco más. ¿Te apetece que tomemos un café algún día?”
Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.
¿Qué flores crees que eligió el protagonista de esta historia para declararse? ¿Cuáles hubieses escogido tú en esta situación? ¡Comparte tus opiniones con nosotros!