Rosas, narcisos, amapolas e incluso plantas carnívoras cantarinas: te presentamos las flores más famosas de la historia del cine. Quizá alguna de ellas pueda darte una buena idea para el día de los enamorados.
Violetas en Luces de Ciudad
La obra cinematográfica del genial Charles Chaplin no se puede entender sin flores, hasta el punto de que en la que probablemente sea la mejor de sus películas, Luces de ciudad -o, al menos, así lo entiende la American Film Society, que la califica como la undécima mejor película de la historia del cine-, las flores se convierten en un personaje más gracias a Virginia Cherryl, la florista ciega de la que se enamora Charlot.
Narcisos en Big Fish
Las películas de Tim Burton son auténticos poemas visuales. Una característica de su cine que alcanza uno de sus mejores ejemplos con la escena de los narcisos en Big Fish, cuando Sandra abre la ventana de su dormitorio y contempla a Edward en un campo casi infinito de narcisos -narcisos reales que fueron transplantados en el set por el equipo de producción durante un fin de semana al completo-, que él ha plantado para demostrarle su amor…
Amapolas en El Mago de Oz
Simplemente inolvidable la secuencia del campo de amapolas en la obra maestra de Victor Fleming El Mago de Oz, una maravilla de la técnica de la época que, más de ochenta años más tarde, sigue impresionándonos por su belleza visual. Una belleza visual que alcanza una de sus cumbres más rotundas en la escena inolvidable en la que Dorothy y sus amigos cruzan un inmenso campo de amapolas que les separa de la Ciudad Esmeralda… sin conseguir llegar, pues el aroma de las flores -que son mágicas- les hace caer dormidos hasta que la bruja Glenda aparece en forma de nieve y rompe el hechizo.
Rosas en American Beauty
Parafraseando el título de la canción de las Weather Girls, a Kevin Spacey le están lloviendo pétalos de rosas -miles de ellos, la única vestimenta de una arrebatadora Mena Suvari- en una de las secuencias más sensuales del cine de los últimos años y que pertenece a American Beauty, la oscarizada película de Sam Mendes estrenada en 1999. Y además, no olvides el doble juego del título del filme: la American Beauty es una de las rosas cultivadas más célebres de la historia, creada por Henri Lédéchaux en Francia en 1875 y que, además de ser una de las variedades de rosas más vendidas año tras año por San Valentín en Estados Unidos, es el símbolo del Distrito de Columbia (cada uno de los 50 estados que forman EE UU tiene como símbolo una flor).
Tulipanes en Blue Velvet
Pocos directores contemporáneos más proclives al simbolismo -y a volver locos a sus seguidores- que el canadiense David Lynch, que comienza una de sus películas más famosas y accesibles, Blue Velvet, con los “tulipanes amarillos bamboleándose en la cálida brisa de la tarde”, como escribió en el guión original, mientras suenan los acordes del Blue Velvet de Sam Cooke y desfilan ante nuestros ojos estampas de la América más utópica: el bombero saludando desde su camión, los niños cruzando la calle camino a la escuela, el hombre de la casa regando las flores de su jardín... Los mismos tulipanes amarillos y rojos que, hora y media después, cierran la película.
Audrey II en La pequeña tienda de los horrores
Desde luego que una flor carnívora y devora-personas como la “cariñosa” Audrey II no es el mejor regalo de San Valentín, pero no es menos cierto que la auténtica protagonista de la mitica La pequeña tienda de los horrores -una de las producciones musicales de Broadway más exitosas de todos los tiempos, que saltó a la pantalla grande en 1979- es una de las flores más carismáticas -sino la que más- de la historia del cine. Audrey II es una planta alienígena que llega a nuestro planeta con una intención muy clara: conquistarlo tras habernos devorado a todos. Y para ello le ofrece fama y riqueza a su florista, un Rick Moranis en el mejor papel de su vida. Ay, ese Feed me Symore…
La Rosa de La bella y la Bestia
Muy pocos de los millones de espectadores de la película de animación que devolvió a Disney al olimpo de las productoras de cine se percató, mientras la veía, de que la rosa -una simple rosa- era la clave del filme. En el prólogo de la acción, el príncipe rechaza dar refugio a un mendigo que le ofrece una rosa a cambio de cobijo; pero he aquí que el mendigo es en realidad una bruja, que le castiga por su falta de amor al prójimo convirtiéndole en bestia. La rosa mágica se mantendrá con vida hasta que el príncipe aprenda a amar y a ser amado: entonces, el hechizo se romperá o, si no, será siempre una bestia. Y el resto, es historia…
https://www.youtube.com/watch?v=__x8CYAVMbk&feature=youtu.be
Claveles y lilas en Flores Rotas
El bueno de Bill Murray es, en la película de Jim Jarmusch, un hombre atormentado por una carta anónima que le dice que es padre de un chico de 19 años. Así que, ramo de flores en mano, parte a visitar por todo el país a sus ex-novias y amantes en busca de la madre. Antes del quinto y definitivo encuentro, entra a una floristería, donde la florista -además de curarle las heridas que le ha causado la exnovia número 4-, le prepara un precioso ramo de claveles rosas y lilas que, además, y no casualmente, están presentes en los vestidos de las mujeres que visita.
La flor del cerezo en Memorias de una geisha
Esta famosa escena de la adaptación al cine de la novela de Arthur Golden es un homenaje a los cerezos en flor, un auténtico símbolo de Japón. En la escena, Sayuri, la protagonista, pasea con el enigmático Presidente mientras los cerezos dejan caer los pétalos de sus flores sobre ellos.
Cuatro margaritas en Deshojando la margarita
Efectivamente: solo cuatro margaritas, las que, a modo de sujetador, viste Brigitte Bardot en una de las secuencias más famosas de su carrera. En esta película de 1956, Bardott interpreta a una novelista cuya ambición no tiene límites y que acaba participando en un concurso de strip-tease ataviada únicamente con una máscara y un bralette hecho con cuatro flores.