Hay días en los que nos invade la nostalgia y comenzamos a pensar en nuestro pasado, nuestra infancia sin preocupaciones, esos momentos en los que en nuestra mente sólo había un deseo: jugar con mamá. Todo era hermoso y sencillo: el sol, las tardes de verano, los abrazos de mamá, los helados.

A pesar del tiempo transcurrido, recuerdas esos momentos maravillosos como si los hubieras vivido ayer mismo y, sobre todo, te das cuenta de que lo más importante no ha cambiado: el amor incondicional de mamá.

Tú has crecido, has madurado y te has hecho mayor, has estudiado y trabajado, has dejado el nido familiar, pero el amor de tu madre no tiene edad. Al contrario, ha ido creciendo con el paso de los años. Ella siempre está ahí, dispuesta a ayudarte si lo necesitas, a ofrecerte su mano amiga y sus consejos sabios.

Por todo esto y mucho más, mamá se lo merece todo, especialmente en un día tan señalado como es el Día de la Madre. Es el momento de demostrarle lo importante que es en tu vida, de decirle que es el motor que te da fuerza y te hace correr a toda velocidad.

Aprovecha esta ocasión para ofrecerle un regalo muy especial, un regalo que no necesitará de muchas palabras, ya que hablará por sí mismo. Un ramo de flores representa un gesto único, capaz de despertar una sonrisa en el rostro de tu madre… y también en su corazón.

Fuente de la imagen destacada: http://goo.gl/wLhjBG

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