¿Sabías que las flores hablan? ¿Y que además lo hacen por ti? Te mostramos claves para entender cómo comunicarte a través de ellas, además del significado de sus colores.
El estudio de la psicóloga Eva Heller (‘Psicología del color: Cómo actúan los colores sobre los sentimientos y la razón’), basado entre otras cosas en una encuesta realizada a 2.000 personas, es clave para entender cómo podemos comunicarnos a través de las flores. Demuestra que los colores y los sentimientos no se combinan de manera accidental, que sus asociaciones no son cuestión de gusto, sino experiencias universales profundamente enraizadas desde la infancia en nuestro lenguaje y nuestro pensamiento. Aquí tenéis algunos ejemplos de su estudio, que os pueden ayudar a la hora de elegir vuestras flores de San Valentín:
- Rojo: El rojo es el primer color al que el hombre le puso un nombre, la denominación cromática más antigua del mundo.
- Amarillo: Es el color más contradictorio ya que representa tanto la búsqueda del optimismo y la sabiduría como el enojo, la mentira y la envidia.
- Blanco: Es, según el simbolismo, el color más perfecto. No hay ningún “concepto blanco” de significado negativo. Es el color del comienzo, significa paz o rendición.
- Violeta: Está asociado con la realeza y simboliza el poder, la nobleza, el lujo y la ambición.
- Rosa: El rosa es el color del encanto, la cortesía, la sensibilidad y lo sentimental.
El espectro de emociones y sentimientos que las flores expresan es casi infinito: del orgullo a la alegría, del amor al duelo… Y con tanta precisión y popularidad que, en los años de la Inglaterra victoriana, cuando el rey Carlos II de Inglaterra popularizó su uso, fueron un modo de comunicación muy empleado que recibió el nombre de floriografía. Muchos de los significados atribuidos entonces a las flores no han perdurado, pero otros muchos, sí. ¿Adivinas cuáles? ¿Qué flores regalarías a esa persona que, de la pasión y el amor que sientes hacia ella, te quita el sueño? Has acertado: un ramo de rosas rojas. El rojo es color de la pasión y del amor y, en un ramo de rosas, le dice a nuestro interlocutor muy claramente cuáles nuestras intenciones -que esperamos sean recíprocas. Pero, no lo olvides: sólo las rosas rojas son símbolo de la pasión. Las rosas blancas son igualmente bellas pero en el lado opuesto del significado: nos hablan de castidad, inocencia, virtud: ¡por eso son blancas las rosas que llevan las novias en las ceremonias de boda!
Las rosas amarillas -las mismas rosas amarillas que daban nombre a uno de los cuentos más famosos de la literatura del siglo XX de Raymond Carver– envían un mensaje de amor, sí, pero menos intenso que el de las rosas rojas: menos que una pasión arrebatadora de culebrón y más que un “me gusta” de Facebook (a no ser que estés en Alemania, donde un ramo de rosas amarillas significa infidelidad, celos…). También son las más apropiadas para ser regaladas a un amigo o a una persona a la que admiremos especialmente o a quien queramos agradecer cualquier cosa: desde un actor que nos encantado en escena a un conocido que nos ha conseguido una entrevista de trabajo, un profesor de nuestro hijo al que queremos agasajar o un profesional de la salud que nos resuelto una dolencia.
Cuando pensamos en lo que las flores pueden decir en nuestro nombre, solemos recurrir a las rosas como únicas transmisoras, pero las posibilidades son infinitas: y aunque no es menos cierto que muchos de los significados de la floriografía han cambiado, sigue habiendo actitudes que un caballero del siglo XIX podría transmitir hoy con diferentes tipos de flores del mismo modo que lo hacía en su tiempo. Así, un ramo de gerberas transmite la mayor de las inocencias y la pureza extrema; un ramo de narcisos es un guiño cómplice a un recuerdo (generalmente relacionado con una historia de amor pasada pero no olvidada) entre quien lo regala y quien lo recibe; mientras que un ramo de hederas es, para quien lo recibe, una promesa de fidelidad.
¿Suspiras de amor por alguien, de esos amores no correspondidos que te hacen sentir agujas de hielo en el corazón? Regálale un ramo de claveles rojos y hazle saber cómo te sientes. Si, en cambio, ese amor es una realidad, dile que le quieres con un ramo de crisantemos; y si el amor es tan fuerte que nada podrá romperlo -que es como debe ser el amor, ¿qué te has creído?-, la elección está también clara: un ramo de camelias, que le dirá a esa otra persona que la amarás siempre...
Pero, por desgracia, no siempre queremos transmitir buenos sentimientos, a veces lo que necesitamos es advertir, avisar, socorrer. Un ramo de rododendros le dirá a su destinatario que está en peligro, y una ortiga -o un ramo de ellas-, le dirá que es cruel. Y esperamos que no te regalen uno de crisantemos azules, porque eso quiere decir, ay, que el amor se acabó, ojalá que de tanto usarlo…