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El verano casi nunca llega sin avisar. No llama a nuestra puerta un día cualquiera para que lo dejemos pasar, sino que es puntual y preciso: se presenta oficialmente el 21 de junio de cada año. Su llegada se conoce con el nombre de solsticio de verano, que se caracteriza por ser el día en el que el sol se pone más tarde y hay más horas de luz.
El solsticio de verano es motivo de distintos tipos de celebraciones en todo el mundo. Ya en la antigüedad el sol era el elemento central de muchas civilizaciones, hasta el punto de ser considerado un dios o casi como un dios. La llegada del sol coincidía con el período de floración, por eso se daba tanta importancia a las flores, al poder que las hierbas y las plantas escondían en su interior y a los buenos deseos que transmitían para el futuro.
El solsticio de verano es una fecha importante también para el catolicismo, ya que precede a la festividad de San Juan, que se celebra el 24 de junio. De hecho, la noche del 23 de junio es habitual que haya fiestas y celebraciones en la playa y que se enciendan hogueras tanto para celebrar la llegada del verano como para deshacerse del pasado y dejar sitio para un futuro mejor.
Las flores, sobre todo las flores de verano, siguen siendo hoy en día uno de los elementos principales de estas celebraciones. En muchos lugares, los espacios se decoran con adornos florales, la gente joven lleva coronas y collares de flores y las playas se adornan con emparrados de flores blancas, amarillas o rojas.
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¡Aprovecha el solsticio de verano para divertirte con tus amigos y dale un toque floral a la llegada de esta nueva estación!