Muchos hemos escuchado hablar que existen propiedades curativas en las flores y como remedios de las abuelas una infusión de manzanilla, hierbabuena o diente de león siempre hace bien para aminorar cualquier afección. Pero una de las flores más poderosas en varios ámbitos es sin duda la caléndula.
Su nombre científico es Caléndula officinalis y se conoce también como Maravilla o Mercadela, reinita o flor de muerto. Su origen proviene del Medio Oriente y Grecia donde se le usaba para la elaboración de perfumes, en la cocina o para la sanación de enfermedades. Se especula que la planta viene de la hibridación espontánea entre varios tipos de caléndulas silvestres.
Sus flores son de color anaranjado, delicadas y vivaces crecen durante casi todo el año.
Aunque su sabor es algo amargo se ha usado para acompañar arroces, condimentos, ensaladas, bebidas refrescantes o postres que contengan huevo. Con ella es posible aromatizar y colorear quesos, mantequillas, pasteles como se hacía antiguamente al sustituir el azafrán.
La parte medicinal de la caléndula son las flores, aunque las hojas se pueden machacar también. Una infusión de caléndula es ideal como antiséptica o antibiótica, sus propiedades curativas estimulan las células inmonológicas y disminuyen las afecciones estomacales, al combinarlas con manzanilla, hinojo, o anís ayuda para la gastritis y flatulencia. Sus componentes activos (flavonoides, saponias, mucílagos) le hacen bien a la piel; la caléndula es antiséptica, antiinflamatoria, cicatrizante, desintoxicante, mejora la circulación y ayuda a regular los ciclos menstruales femeninos.
Para aprovechar sus beneficios es importante ingerirla lo más fresca posible pues al estar secas pierden sus propiedades medicinales.